LOS DUENDES MALIGNOS
Érase una vez unos duendes rojos y unos
duendes
azules que estaban en guerra por un huevo de oro. El huevo lo tenían los
duendes azules y los duendes rojos se lo querían quitar. Siempre los duendes
azules patrullaban los bosques para que el enemigo no atacase y les robase el
huevo. Tenían todo tipo de protección porque era el único que quedaba en el
mundo -o eso creían-.
Un día, cuándo el duende Pinoko
patrullaba con Agosereno y Nobovuf, fueron divisados por los duendes rojos que
empezaron a dispararles balas y flechas; ellos se defendían como podían con sus
escudos, y contratacaban con sus rifles. Agosereno logró dar a uno, pero luego
fue alcanzado por una flecha y cayó al suelo muerto. Mientras tanto entre
Pinoko y Nobovuf habían matado ya a 3 contrincantes; quedaban dos contra tres.
Al final los duendes rojos huyeron despavoridos. Cuando le contaron al rey
Seamus lo que les pasó y cómo mataron a Agosereno, decidió tomar medidas más
estrictas. A partir de ese momento las cosas se estaban poniendo mucho más feas
de lo que estaban y morían muchos más duendes de lo habitual.
Cierto día, Pinoko salió a cazar ciervos
y encontró el cadáver de Agosereno. Pero antes de que pudiese tocarlo, una
flecha le pasó rozando su feo cabello y tuvo que disparar él también. En ese
momento eran cinco contra uno; pero Pinoko,
que era muy listo, se libró de ellos y pudo llevarse a Agosereno.
Pero semanas más tarde, pasó algo muy
extraño: el rey de los feroces duendes rojos pidió al rey Seamus la paz y él se
la concedió. Después de ese momento, los duendes rojos y los duendes azules
vivieron en compañía y compartieron juntos el huevo de oro.
FIN
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