LOS DUENDES MALIGNOS (un cuento de Pablo)



LOS DUENDES MALIGNOS
Érase una vez unos duendes rojos y unos duendes azules que estaban en guerra por un huevo de oro. El huevo lo tenían los duendes azules y los duendes rojos se lo querían quitar. Siempre los duendes azules patrullaban los bosques para que el enemigo no atacase y les robase el huevo. Tenían todo tipo de protección porque era el único que quedaba en el mundo -o eso creían-.
Un día, cuándo el duende Pinoko patrullaba con Agosereno y Nobovuf, fueron divisados por los duendes rojos que empezaron a dispararles balas y flechas; ellos se defendían como podían con sus escudos, y contratacaban con sus rifles. Agosereno logró dar a uno, pero luego fue alcanzado por una flecha y cayó al suelo muerto. Mientras tanto entre Pinoko y Nobovuf habían matado ya a 3 contrincantes; quedaban dos contra tres. Al final los duendes rojos huyeron despavoridos. Cuando le contaron al rey Seamus lo que les pasó y cómo mataron a Agosereno, decidió tomar medidas más estrictas. A partir de ese momento las cosas se estaban poniendo mucho más feas de lo que estaban y morían muchos más duendes de lo habitual.
Cierto día, Pinoko salió a cazar ciervos y encontró el cadáver de Agosereno. Pero antes de que pudiese tocarlo, una flecha le pasó rozando su feo cabello y tuvo que disparar él también. En ese momento eran cinco contra uno; pero Pinoko,  que era muy listo, se libró de ellos y pudo llevarse a Agosereno.
Pero semanas más tarde, pasó algo muy extraño: el rey de los feroces duendes rojos pidió al rey Seamus la paz y él se la concedió. Después de ese momento, los duendes rojos y los duendes azules vivieron en compañía y compartieron juntos el huevo de oro.
FIN
 Resultado de imagen de HUEVO DE ORO

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