Era el décimo día de confinamiento. Me desperté, con pereza, pensando
que otra vez iba a tener que sentarme yo sola frente al libro y al
ordenador. Pero entonces vi que había un monton de deberes en el aula
virtual y me bajé a desayunar antes de empezar. Cuando subí descubrí que
había un mensaje en mi mesa en que decía: te he quitado el libro de
plástica. Yo me enfadé un montón y fui a quitársele, sabía que era mi
hermano. Pero de repente él estaba haciendo un dibujo como el mío,
entonces me disculpe y le dije que por favor me lo diese. Al final no
había sido un ladrón, sino mi hermano que le gusta como dibujo yo.
María
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